| Quisiera comentar alguna información que 
                                ha llegado a mis manos, a través del libro 
                                "La Verdad Acerca de la Industria Farmacéutica" 
                                de la Autora Norteamericana Marcia Angell, en 
                                relación a lo que está ocurriendo 
                                en Estado Unidos, y su innegable repercusión 
                                en el resto del mundo, y por supuesto en la Argentina, 
                                puesto que un medicamento que sea aprobado en 
                                aquel país, tiene una altísima probabilidad 
                                de ser aprobado luego aquí.
 Según la autora, 1980 significó 
                                el comienzo de una época de extraordinario 
                                desarrollo y ganancias. Ello se debió a 
                                ventajas impositivas y otras medidas de estímulo, 
                                pero fundamentalmente al hecho de haberse implementado 
                                cambios destinados a favorecer la transferencia 
                                del conocimiento académico al sector productivo.
 
 Es decir que a partir de ello, las compañías 
                                ya no tienen que realizar sus propias investigaciones 
                                para encontrar nuevas drogas, y muy pocas de ellas 
                                las realizan.
 La incertidumbre de las primeras etapas del desarrollo, 
                                y los capitales de riesgo son soportados por las 
                                universidades y los institutos de investigación, 
                                especialmente los National Institutes of Health 
                                y Start ups Biotecnológicas, sobre todo 
                                con subsidios estatales.
 
 En base a estas circunstancias las ganancias de 
                                los laboratorios desde 1980 a 2000 se triplicaron, 
                                hasta alcanzar los 200 mil millones de dólares 
                                anuales en Estados Unidos.
 
 Las consecuencias de ello fueron que la industria 
                                perdió gran parte de su capacidad de innovación, 
                                de forma que de 415 nuevos medicamentos aprobados 
                                desde 1998 a 2002, sólo 132 fueron realmente 
                                novedosos, y apenas 58 fueron considerados de 
                                "revisión prioritaria", es decir 
                                con claras ventajas sobre otros que ya estaban 
                                en el mercado.
 
 También significó que se perdiera, 
                                ecuanimidad en el control científico de 
                                la eficacia e inocuidad de los medicamentos, por 
                                las estrechas relaciones entre el sector académico 
                                y los laboratorios.
 
 El año 2000 marca el comienzo de los problemas 
                                para los laboratorios, porque en un contexto de 
                                crisis, el muy elevado precio de los medicamentos 
                                quedó en la mira de los gobiernos de los 
                                distintos estados, y de los directivos de las 
                                grandes empresas, que pagan los seguros médicos 
                                de sus conciudadanos o de sus empleados.
 
 Paralelamente llegaron a la justicia denuncias 
                                de cobros excesivos, sobornos y publicidad engañosa, 
                                que han hecho temblar esta poderosa industria.
 
 Los distintos actores han buscado en defensa de 
                                sus propios intereses llevar equilibrio a un mercado 
                                que en forma progresiva iba aumentando sus ganancias 
                                relativas dentro del contexto general del gasto 
                                en salud, restándole a los otros rubros, 
                                particularmente al honorario médico, la 
                                posibilidad de seguir en valores dignos.
 
 Quizás un indicio de quien está 
                                ganando está puja lo de la reciente decisión 
                                del laboratorio Pfizer de suprimir 10.000 puestos 
                                de trabajo.
 
 En la Argentina, hace años, importantes 
                                sectores vienen advirtiendo este fenómeno, 
                                mucho más notorio que en Estados Unidos, 
                                por el menor ingreso medio de nuestra población.
 
 Se han tomado medidas que contribuyen a paliar 
                                la situación.
 
 La prescripción del medicamento por nombre 
                                genérico, con todas las objeciones y cuestionamientos, 
                                ha sido un loable intento, que dio resultado no 
                                sólo por si mismo, sino por todas las medidas 
                                que los laboratorios tomaron para contrarrestarlo 
                                (bonos, recetario solidario, etc.), y que significaron 
                                a la postre un ahorro en el gasto de bolsillo 
                                de los pacientes.
 
 El ejemplo de lo ocurrido en Estados Unidos, debe 
                                servir para que todos los sectores involucrados 
                                se comprometan, de una forma u otra, a lograr 
                                el equilibrio que permita al sistema de salud 
                                subsistir con una adecuada distribución 
                                del gasto, que posibilite al paciente acceder 
                                a una medicina de buen nivel, y a los profesionales 
                                a percibir un honorario digno.
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