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“El sistema de salud argentino está en crisis y profundamente desfinanciado”
El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, advirtió que la combinación de mayor demanda sanitaria, caída del financiamiento real y condiciones sociales cada vez más enfermantes explica el deterioro estructural del sistema y obliga a un debate profundo sobre prioridades y cobertura.
 
 
En la Jornada La salud de la salud, organizada por la Fundación FESS, el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, presentó uno de los diagnósticos más exhaustivos y estructurales sobre la crisis sanitaria argentina. Su exposición combinó evidencia, marco conceptual y una advertencia: la crisis del sistema no puede comprenderse sin mirar la crisis de la sociedad que lo contiene.
 
Quirós planteó que la salud no es una construcción aislada, ni el mero resultado del desempeño de hospitales, obras sociales o financiadores. Por el contrario, sostuvo que depende “fundamentalmente de los determinantes sociales” y que cualquier discusión seria sobre el futuro sanitario debe comenzar por reconocer cómo vive la sociedad argentina hoy. En ese sentido, describió un escenario marcado por la violencia cotidiana, el estrés crónico, la inestabilidad económica, la mala calidad del aire, los entornos urbanos que desalientan la vida saludable y la creciente presencia de sustancias tóxicas que atraviesan desde la alimentación hasta el ambiente.
Para el ministro, estos factores no solo condicionan comportamientos individuales, sino que alteran procesos biológicos de fondo, generan inflamación sistémica, modifican la expresión genética e incluso producen cambios epigenéticos transmisibles a las siguientes generaciones. De ahí su afirmación “la forma en que vivimos es, por sí misma, profundamente enfermante. Y mientras la sociedad empeora sus condiciones de vida, los sistemas sanitarios se ven obligados a responder a una demanda creciente que no proviene únicamente de la demografía o la tecnología, sino de modos de vida dañinos que se reproducen estructuralmente.
A partir de este marco social, Quirós avanzó en un diagnóstico sobre la situación del sistema sanitario argentino. “El sistema de salud está en crisis y está quebrado”, sentenció y para explicar esa afirmación, comparó la inversión sanitaria per cápita. Mientras los países europeos destinan entre 5.000 y 6.000 dólares por habitante por año, y Estados Unidos entre 12.000 y 13.000, la Argentina invierte apenas entre 1.100 y 1.300 dólares. La distancia, dijo, no es solo cuantitativa: implica diferencias profundas en capacidad tecnológica, infraestructura, salarios de los equipos de salud, calidad prestacional y posibilidades de sostener respuestas de alto costo.
Además, advirtió que la Argentina arrastra dos tendencias que agravan el problema:
La demanda sanitaria crece entre 2% y 5% anual, impulsada por el envejecimiento poblacional, las enfermedades crónicas y la incorporación progresiva de nuevas tecnologías.
La inversión en salud cayó a la mitad desde 2010, consecuencia directa de la baja del PBI per cápita y de un sistema que intenta dar más respuestas con menos recursos reales.
Esta combinación -más demanda, menos financiamiento- genera tensiones que se expresan en múltiples niveles: deterioro salarial, precarización laboral, pérdida de especialistas en áreas críticas, restricciones de acceso y un aumento de la judicialización como mecanismo para resolver conflictos que el sistema no logra absorber.
 
 
Redefinir prioridades
 
En este contexto, Quirós rechazó las miradas que reducen la crisis a problemas de gestión o a decisiones de corto plazo y sostuvo que sin una definición colectiva sobre el nivel de cobertura que se pretende garantizar, cualquier intento de reforma terminará reproduciendo la crisis. La pregunta, según él, es tan simple como decisiva: ¿cuánta riqueza nacional quiere destinar la Argentina a sostener su sistema de salud?
El ministro recordó que no existe sistema sanitario en el mundo que pueda sostenerse en el tiempo sin inversiones crecientes.
La salud es un sector intensivo en conocimiento, tecnología y recursos humanos; y apuntó que cada avance médico implica costos adicionales, y cada año suma nuevas demandas vinculadas al envejecimiento y las cronicidades. Intentar sostener el sistema con un financiamiento estancado o en caída, conduce inevitablemente al deterioro.
Por eso advirtió contra la fantasía de que es posible resolver la crisis solo con eficiencia o reformas administrativas. Ningún rediseño institucional es suficiente si la sociedad entera vive de un modo que multiplica la enfermedad y, al mismo tiempo, reduce las inversiones destinadas a atenderla. Y lo hizo con una metáfora: “Si caen mil personas al agua cada minuto, ningún sistema de rescate alcanza”.
 
 
Llamado a un acuerdo social
 
Quirós concluyó que la crisis sanitaria es, al mismo tiempo, social, económica y política, y que no se resolverá en despachos técnicos ni con medidas fragmentarias, sino con un debate democrático amplio sobre prioridades colectivas. En este sentido, reclamó discutir qué prestaciones debe garantizar el país, con qué calidad y con qué financiamiento. E insistió en que la responsabilidad es compartida: “Todos somos parte del problema y todos debemos ser parte de la solución”.
Desde su perspectiva, la reconstrucción del sistema argentino dependerá de la capacidad de la sociedad para entender que la salud no es solo un servicio, sino un proyecto político. con acuerdos sobre cómo vivir, cómo cuidar y cómo invertir en un futuro menos enfermante.
 
 
Por María José Ralli