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Entrevista. Tomás Orduna. Médico infectólogo tropicalista.
“La endemicidad que tiene hoy el dengue es nueva”
El especialista, una de las voces más consultadas, advierte que “la situación que atraviesa el país es muy preocupante”. Cambio climático, pobreza, rol de Estado y vacunas.
 
 
El país atraviesa el mayor brote de dengue de la historia con un récord de infecciones y muertes, en un escenario que no se circunscribe solo al territorio. A nivel regional Paraguay y Brasil registran números alarmantes y las cifras no paran de crecer.
Para el reconocido especialista y ex jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital de Infecciosas F. J. Muñiz, “lo que ocurre hoy con el dengue es muy preocupante” y advierte que para hacer un análisis de la actual situación epidemiológica hay que poner la lupa sobre dos fenómenos: “hubo una transmisión continua de dengue en nuestro país durante los 12 meses de 2023 y a la vez, registramos dos años continuos de epidemia”. “En 2023 tuvimos muchísimos casos, hubo continuidad en la transmisión a lo largo del año con epicentro en el nordeste durante el invierno y la primavera. La endemicidad que tiene hoy el dengue es nueva, porque en los 24 años anteriores habíamos tenido un corte en la transmisión” explica Orduna en diálogo con Femecon Informa y agrega: “vemos que se achicaron los períodos inter epidémicos, con dos años continuos de epidemia y de expansión geográfica con 19 provincias con casos autóctonos. Bahía Blanca y Tandil registraron casos autóctonos y hay circulación de mosquito en el norte de la Patagonia como Neuquén y Río Negro”.
“El año pasado se rompió la estacionalidad y a la luz de lo que está aconteciendo nada me dice que habrá un retroceso durante los meses de invierno y primavera porque ya existen lugares en Argentina donde el dengue es endémico” advierte y señala, entre sus múltiples causas “al cambio climático, el crecimiento desorganizado urbano y la pobreza”.
Determinantes sociales
De hábitos domiciliarios, el Aedes aegypti se cría y desarrolla en áreas urbanas y los depósitos de agua facilitan la presencia de huevos y larvas. “Nunca nos olvidemos que la pobreza es un condicionante para que haya mucho Aedes aegypti”, subraya y agrega: “la falta de agua potable que obliga a acumular agua de manera inadecuada, la falta de ordenamiento espacial y medioambiental por razones de las más variadas, son una muestra de que la pobreza es un condicionante y después se ve también en la pobreza cuando alguien se enferma, porque la pasa mucho peor, demora en la consulta porque tiene menos accesibilidad” explica e insiste con el concepto: “la pobreza condiciona potencialmente mayor presencia de criaderos de Aedes aegypti y mayor carga de enfermedad para la población pobre que para la población pudiente”.
Rol del Estado
Orduna apunta que, “independientemente de estar en plena epidemia, lo que hay que profundizar es la concientización y las acciones que le caben al Estado para destruir definitivamente criaderos de mosquito, porque es fundamental disminuir la carga vectorial”.
“Lo primero que hay que considerar para prevenir el dengue -refuerza el médico infectólogo- es qué hace cada uno como individuo desde su lugar, pero también necesitamos que el Estado estimule esa responsabilidad”.
“El Gobierno central le está bajando el precio a una epidemia brutal que estamos atravesando. En los hospitales y sanatorios de CABA y el gran Buenos Aires las guardias tienen un promedio de entre seis y siete horas de espera, producto de la saturación del sistema” analiza Orduna y llama a “pensar seriamente lo que implica la demanda para el sistema sanitario, además de la demanda al equipo de salud que está saturado, cansado, con multiempleo y con toda la realidad contextual del trabajo de los equipos de salud”.
Vacuna
“La vacuna es una herramienta fundamental para frenar la transmisión vectorial y la que está hoy disponible es segura, con un 61% de eficacia global y que aumenta a un 65% para quienes ya tuvieron dengue” explica Tomás Orduna y resalta que, más allá de haber tenido dengue previamente, “protege aproximadamente en un 90% de hospitalizaciones y cuadros graves y está contraindicada para embarazadas, mujeres en período de lactancia y personas con sistemas inmunológicos comprometidos”. La vacuna está aprobada en nuestro país para ser aplicada en mayores de cuatro años y no tiene límites de edad. “Está indicada desde los cuatro hasta los 104 años” dice Orduna y si bien en otros países el límite es de 60 años, resalta que “es porque los estudios fueron realizados hasta esa edad”. De todos modos, agrega, “en el balance entre una vacuna que, en principio, mostró seguridad y tiene aprobación para más de 60 años en varios lugares del mundo y dada la situación epidemiológica de nuestro país, yo estoy recetando vacunas para mayores de 60”. “La vacuna es una inversión en salud”, subraya Orduna y advierte que, al no estar incluida en el calendario nacional, el costo corre por cuenta de cada individuo. “Ahí aparece el tema del acceso y la inequidad”, señala y apunta: “hay que esperar a ver qué decisiones políticas se toman”.
Hasta ahora, en Salta -en los departamentos de Orán, San Martín y Rivadavia- Misiones y Corrientes comenzaron a aplicar la vacuna a grupos específicos de 20 a 40 años, y en algunos casos, hasta los 50. “Fueron ofertando más porque la demanda es baja, es increíble” dice Orduna y señala a “una mala campaña de vacunación en esos lugares o al menos no hay una comunicación adecuada”. Como contrapunto, cuenta que en Ciudad de Buenos Aires sucede todo lo contrario: una empresa privada de vacunación ya lleva aplicada más de 30 mil dosis. La vacuna tiene un costo de $72.000 y requiere de dos dosis aplicadas en el plazo de tres meses.
 
 
Por María José Ralli
Fotos: Carlos Brigo. Agencia Télam